sábado, 15 de enero de 2011

La Verdad

Nos cubrimos nuestros rostros con unas telas oscuras, obviamente no las necesitábamos, pero nos pareció gracioso en cierta medida, para obviar la única parte entretenida de ese libro vergonzoso. Apenas si quedan unos cientos de nosotros, muchos menos son los que están de acuerdo en que intervengamos en modo alguno en cambiar la perspectiva que los humanos tienen de nosotros.
La excusa es "Cuanto menos se lo crean, mas fácil es matarles" Solo una decena acordamos por tanto, dar este último paso. "Es necesario" dijo ella. Mirándome con sus turbados ojos negros "es necesario, casi habíamos conseguido que se acercase  a la verdad, no podemos dejar que lo estropee todo"
Su voz sonaba como un rumor lejano y acariciante, sus ojos lo hacían sonar todo lejano. Todo quedaba siempre por debajo de sus ojos, yo estuve de acuerdo, siempre estuve de acuerdo, dijesen lo que dijesen sus ojos.
Los libros de Anne nos habían entretenido juntos muchas noches, jugábamos juntos a homenajear a sus personajes usábamos sus frases al cometer nuestros asesinatos. Yo era su Lestad, y ella mi Acasa, al fin y al cabo estábamos muy unidos a aquellos libros.
Aquellas historias habían surgido en cierta medida por nuestra culpa. Todo fue un error, una disculpa que nunca tenía que haberse producido, una entrevista si lo prefieres...
Paseábamos juntos por Nueva Orleans aquella noche, tomados de la mano, como dos amantes jóvenes, disfrutando del silencio, en cualquier momento arrancaríamos de cuajo la cabeza del primer incauto que se cruzase en nuestro camino y beberíamos juntos la sangre que saliera a borbotones de su tráquea. ¡Ah! Tienen sus romanticismos estas bacanales sangrientas.
Somos depredadores al fin y al cabo, si, sé que resulta difícil de entender para ustedes, pero deberían de ver la sangre resbalando por su pecho, sus labios, teñidos de carmín, y su mirada inocente, infantil, ¡ah!, los humanos poseen una extraña facultad para percibir el peligro, y este en cuestión percibió por ese extraño sexto sentido, que acababa de salvar su vida, algo llamo nuestra atención en aquel mismo momento, un sonido que hacía tiempo que no escuchábamos, el sujeto paso a nuestro lado acelerando el paso, nosotros pensábamos ya en otra cosa.
Como comprenderás, no resulta fácil para un vampiro escuchar la risa de un niño, normalmente les observamos mientras duermen, a veces les vemos de lejos cuando disfrutan en las fiestas de los barrios, pero a los señores de la noche no nos gustan los lugares concurridos así que no es algo habitual.
Esa risa nos cautivó, y aun no la habíamos visto, era una niña preciosa, sus risos adornaban graciosamente su simpático rostro, y sus ojos, eran los ojos de mi amada. Estaba acabando un tazón de leche con chocolate, tenía chorretes de este a ambos lados de la boca, entonces nos vio, sonrió y nosotros sonreímos
El don oscuro nos había privado de la posibilidad de culminar nuestro amor con un hijo, y ahí la teníamos, "¿Qué te parece su tenemos un bebe cariño?" Pudiera haber dicho, pero no hizo falta, porque mientras ellas succionaba el cuello de la niña, yo ya había hecho una incisión en mi muñeca y la alimentaba con mi sangre oscura.
La niña entorno los ojos... Y murió, creímos que habíamos fracasado, que no habíamos conseguido cerrar adecuadamente el preciso ciclo y no habíamos conseguido que muriendo, viviese para siempre. Pero abrió los ojos, nos miramos, "¿Claudia?" insinuó mi amada, acorde, porque más que su voz lo habían dicho sus ojos, y sus ojos siempre estaban  en lo cierto.
La niña Claudia sufrió mucho los primeros días, y nosotros con ella. El paso a la vida inmortal es doloroso, pues se tarda algún tiempo el morir del todo, y luego viene la añoranza por la luz, los placeres mundanos, la comida, la bebida... Pero todo eso lo suple la sangre, la sangre.
Fue especial ayudarla a comer, acercarla al primer cuello desnudo, abrir la carne para ella. "Esta por papa" bromeábamos, siempre bromeábamos.
Pero esa felicidad duro poco, y no fueron los reproches de los otros de nuestra especie los que nos la robaron.
Si no nuestra mayor debilidad, si de alguna manera amamos a los humanos, y esta fue una de las primeras palabras que dirigimos a Anne.
Fue casual o tal vez no, volvimos a pasear los tres juntos por aquella calle, tal vez algo en lo profundo de nosotros buscaba lo que encontramos. En el mismo lugar donde habíamos escuchado la risa de Claudia, escuchábamos ahora el llanto amargo de Anne.
Vi la tristeza en los ojos de mí amada, y en los ojos de Claudia que eran los mismos ojos, en un maldito segundo estábamos de nuevo en el umbral de la puerta. Anne respiro entrecortadamente, por un lado estaba viendo a su niña, viva, bueno al menos en movimiento, y por otro, ya te he contado acerca de esa extraña facultad humana para reconocer lo inhumano.
Anne palideció, y Claudia nos miró con expresión dudosa, "mama" había una doble duda en esa palabra no pronunciada.
Claudia no sabía qué hacer, Claudia no sabía quién era su madre, avanzamos, "siéntate" Anne se sentó, y la historia comenzó a ser relatada.
No la historia de la niña, sino nuestra historia, la de nosotros dos, la de los que son como nosotros, paso a paso hablo durante horas mi amada, y yo escuchaba sus ojos, y a veces continuaba la historia "así pues, la niña es ahora como nosotros somos, y no hay forma de que vuelva a ser como eres tú, no puede vivir contigo"
Anne lloro e inmediatamente abrió una licorera. Saco una botella de whisky y se sirvió una copa, hacia siglos que yo no probaba el whisky pero por un momento olvide mi condición de vampiro y estuve a punto de acceder a su leve ofrecimiento.
La niña se acercó a nosotros y Anne entendió entonces que la había perdido para siempre y lloro de nuevo, el dulce susurro de la voz de mi amada relleno todo por un instante más, y luego desaparecimos a tal velocidad, que los ojos de Anne no pudieron ver nuestro movimiento. Volvimos en algunas ocasiones a observarla, pero ella jamás nos vio.
Siempre escribía, se emborrachaba, tomaba drogas y escribía compulsivamente, el corazón de mi amada estaba triste y el mío sufría por el suyo.
No encontramos descanso, hasta que vimos el resultado accidental de nuestra acción, el primer libro estaba en la calle, lo hojeamos juntos, preocupados al principio pero lo que había adentro nos cautivó, pareciera que Anne hubiera matado con nosotros, hubiese bebido sangre ¡Oh! Dios aquellos éramos nosotros.
Empezamos a sonreír como bobos, y aquella noche matamos juntos los tres varias veces, disfrutando de una verdadera orgia de sangre como hacía tiempo que no disfrutábamos, leíamos los libros y esperábamos inquietos las continuaciones, adornaban nuestras fantasías, jugábamos con sus personajes y sus frases y matábamos, ¡Matábamos!... Matábamos. La reacción del resto de los de nuestra raza fue variada, algunos se sintieron amenazados, otros alagados.
Esto también lo intuyo Anne, la bruja Anne que todo lo sabe también lo conto. Unos y otros estuvieron de acuerdo en que el reflejo era realmente veraz la añoranza por la luz reflejándose en el mar, como demonios podría haber sabido eso si ella siempre había vivido en la tierra iluminada. En fin nos había devuelto al fin, las facultades y sentimientos que durante tanto tiempo, el temor supersticioso de los de su especie, nos había negado.
Cuando oímos nombrar a Memnok nos dio un poco la risa, si en algo se había desviado de la realidad durante todo este tiempo, era en los nombres, no había acertado
Nunca a uno, pero lo de Memnok era excesivo, quien diablos podría llamarse Memnok, pues el diablo... Esta sí que era buena... yo casi había llorado sangre al leer como Lestat profanaba Notre Dame, pasaron muchos siglos antes de que ninguno de nosotros aceptase que no servíamos a nadie, que no había nada que éramos lo mas cercano en el mundo tangible a la idea inexistente de eternidad, aun así tenía su gracia, Anne debía haber estado leyendo a Goethe, que idea más loca.
Dios y el Diablo discutiendo sobre la inapreciable alma de un mortal... Era una bonita fabula aun así y Anne parecía estar curando sus heridas. Poco a poco encaminaba su literatura al erotismo del que la sacamos a rastras cuando dimos nuestra sangre a su hija, comenzamos a observarla de nuevo los tres juntos, siempre en la distancia, y lo que vimos nos asustó, el libro sobre Armand no hizo más que confirmar nuestras sospechas.
Anne estaba siendo mentida, manipulada, coaxionada, utilizada... Anne había dejado de beber y había dejado las drogas y estaba superando el dolor, que es la única realidad que existe.
"Lo que viste aquella noche querida, fue una justificación de tu subconsciente, esto ya lo hemos hablado, tu mente creo una grotesca protección para evitar el sufrimiento de tu alma por la pérdida de tu hija" dijo un extraño interlocutor, "Claudia a muerto Anne, pero ahora está en el cielo y desde allí reza por ti, no te pido que dejes de escribir, te pido que sigas transformando esas imágenes en algo más amable, menos dañino, has de recurrir a tu dios y pedirle que esos malos sueños se conviertan en tus salvadores, pedirle fuerzas para seguir alejada de la bebida que es tu verdadero demonio, y seguir acudiendo a las reuniones, el plan del señor es inexplicable para nosotros Anne, pero él te quiere".
Aún hay otra cosa que a ninguno de nosotros nunca había agradado, y esa fue la chispa que detono la idea, "Anne debe sufrir de nuevo" dijeron los ojos de mi amada, es curioso que solo nosotros mismos que somos los únicos Dioses de los que hemos tenido noticia, hayamos acabado por darle la razón a ese gran Dios mayoritario, el sufrimiento es el camino, es la única manera de acercarse a la verdad y es la única manera de crear belleza.
Lo que sucede, es que los humanos no suelen vivir lo suficiente como para llegar a purificar el suyo. "Anne debe acercarse de nuevo a la realidad, Anne tendrá que mirar a los ojos de la muerte de nuevo" a los ojos de la muerte... que eran los nuestros.
Nos acercamos despacio, con las telas negras cubriendo nuestros rostros, en un último acto de comicidad llamamos a la puerta, él estaba dentro, seguramente lucubrando uno de sus horribles poemas "¿Stan? ¿Estás ahí? abre la puerta, venimos a traerte algo de cordero, tu también puedes ser un trágico conejo, presta atención, abre la puerta Stan" al sorprendido rostro no le dio tiempo de cambiar siquiera su expresión, un zarpazo de mi amada arranco su cabeza de los hombros
Y la sangre surgió a borbotones de su tráquea, y resbalo en nuestros tres cuerpos, cubriéndonos de gozo.